La placenta se encuentra unida a la pared del útero por numerosos vasos sanguíneos. El desprendimiento de placenta, también conocido por su nombre en latín abruptio placentae, consiste en la separación de la placenta de la pared uterina, parcial o totalmente, antes o durante el parto. Este fenómeno se produce, aproximadamente, en uno de cada 120 embarazos, y provoca una hemorragia debida a la rotura de los vasos sanguíneos que conectan placenta con el útero.
Sus causas
Salvo en aquellos casos en los que se haya producido un traumatismo directo del útero, como un accidente de coche o cualquier otro tipo de impacto, no se conocen sus causas, aunque se asocia con ciertos factores como:
Hipertensión. Tabaquismo. Embarazo previo con desprendimiento de placenta. Embarazo múltiple. Anomalías o infecciones del útero. Edad avanzada. Diabetes.
Síntomas
Como en otras complicaciones relacionadas con la placenta, el sangrado vaginal es el síntoma más común, en este caso acompañado de dolor abdominal y contracciones uterinas con un aumento del tono uterino. Puede encontrarse disminución de los movimientos del feto, sangre en el líquido amniótico y hemorragia posparto.
Tratamiento
Generalmente, cuando el desprendimiento de placenta es leve no suele entrañar peligro, ni para la madre ni para el feto. Sin embargo, ya que no es posible interrumpir el desprendimiento de la placenta una vez que se inicia, ni reimplantarla nuevamente, se aconseje adelantar el parto para evitar complicaciones. En la mayoría de las ocasiones la vía de terminación del embarazo es por cesárea.